Adiós a la crisis, pero solo de resultados. El equipo de Pellegrini sigue sumido en una profunda depresión que tan sólo ha sido desviada por una ayuda arbitral tras conceder un gol que no ha entrado y que ha supuesto una estocada definitiva para un Recre que, pese a adelantarse en el marcador, perdonó en exceso y pecó de inocente.
El cabreo en los de Lucas Alcaraz tiene que ser evidente, pero también es necesario que hagan autocrítica por fallar goles imperdonables como un cabezazo de Javi Fuego con empate a uno en el marcador y que hubiera supuesto un desenlace completamente diferente.
El inicio del partido, no obstante, fue esperanzador para los onubenses. Un gol de Camuñas tras aprovechar una anarquía en la zaga amarilla escenificada por un Gonzalo Rodríguez completamente fundido hizo sonreir a los de Alcaraz.
Empezaron a controlar el partido a su manera tras ese gol. Esperando atrás y manejando alguna contra por medio de Camuñas. El Villarreal, una vez más, inoperante.
Sólo Llorente y un destello, tras culminar un pase al hueco con una soberbia vaselina sacaron del tedio a un Madrigal que ya empieza a cansarse de algunos vicios de su equipo.
Tras el descanso se olía a un empate profundo, pero sólo ese gol de Cani, tras culminar una internada con unas excelentes fintas y una mejor vaselina que sacó Lamas bajo palos, fue lo que animó este partido.
Para optar a Liga de Campeones el Villarreal deberá hacer una profunda terapia y lo mismo decir del Recre si no quiere agonizar más en su lucha por la salvación.
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